Entrada original publicada en el BLOG de LIFE Leadership School
Los modelos de liderazgo que nos hablan de cómo ser un “buen líder”, que tienen sólo en cuenta al que “manda” o que consideran “lo que hay que hacer” para liderar omiten que ahí fuera el cambio, las interrelaciones y la fluctuación entre orden y desorden son factores determinantes.
¿Qué es el liderazgo? Tradicionalmente se viene definiendo el liderazgo como la condición de líder, es decir como cualidades que se otorgan a la persona a la que otros siguen por reconocerla como guía, orientadora o, –algo mucho más simple-, como superior jerárquico.
No obstante, desde finales del siglo XX han ido surgiendo visiones mucho más integradoras desde las que detenerse a observar qué pasa cuando se toman decisiones de cambio y qué elementos se mueven, impactando en el proceso. Las perspectivas sistémicas han aportado no sólo el enfoque en el conjunto, sino también en las relaciones que lo forman, lo modifican y que lo vinculan a otros conjuntos. De ahí que la aplicación transversal sobre el liderazgo de conocimientos de otras disciplinas como la ecología, la neurobiología o la inteligencia emocional –entre otras- amplíe el contexto en el que el liderazgo, sus habilidades y competencias, resulta útil para quienes intervienen de modo activo o pasivo.
Ya no sólo ha de ser considerada líder –efectiva en mayor o menor medida- aquella persona que guía sino también la que se deja ser guiada. Aquella cuyas habilidades de comunicación inspiran a ser escuchada como la que escucha. Se amplían los actores partícipes del liderazgo teniéndose en cuenta los individuos, las relaciones y el sistema o contexto en el que interactúan.
Por todo ello se propone la siguiente definición de liderazgo: ¹El conjunto de decisiones intencionadas e íntegras, que tienen en cuenta: los valores fundamentales, el impacto y procedimientos deseados y la adaptación a nivel individual, relacional y sistémico.
¹ Definición de Liderazgo según el modelo de Liderazgo de LIFE Leadership School
Son pues, decisiones con un fin determinado y que disponen de todas sus partes (internas y externas). Se nutren de las cualidades de relevancia, de aquello que se pretende y de cómo se quiere conseguir, modulándose a las condiciones presentes en cada momento. En función de su enfoque se centrarán en uno mismo, en las relaciones con los demás o en el marco global en que acontezcan.
¿Para qué sirve el liderazgo? Para dar lo mejor de un@ mism@ y fomentar lo mejor en l@s demás.
Por lo tanto, definir qué es lo mejor de uno mismo, y lo mejor en los demás, dependerá de las dimensiones (persona, relación y sistema) en las que se lleven a cabo estas decisiones. De ahí derivarán las habilidades, actitudes y aptitudes, óptimas para acercarse al impacto deseado.
Aún así, podemos darlo todo, funcionar a un estado óptimo, con convicción y flexibilidad, con determinación y apertura al cambio, con conciencia y productividad, con libertad y respeto,… con cualquier cualidad deseada que pueda solaparse a otra considerada necesaria y aún así no obtener el fruto deseado. Pues formamos parte de muchos sistemas vivos partícipes del cambio, de la propia evolución. No somos máquinas, ni el mundo que nos rodea funciona como tal.
Una paradoja del liderazgo. En este punto, siendo el ser humano apto para determinar sus decisiones sin apego a un resultado, a un impacto deseado, empleando ingenio, esfuerzo y habilidad y dándose permiso para fallar, ¿un liderazgo eficaz –capaz de lograr el efecto que se desea- es posible?
Empleemos un sistema referente como la naturaleza, muy simplificado, a modo de metáfora para nutrir de valor a la paradoja planteada. Los depredadores quieren abatir y devorar a los herbívoros. Los herbívoros quieren evitar a los depredadores y alimentarse de plantas. Las plantas crecen más allí donde no pueden comérselas y gracias a los excrementos de depredadores y herbívoros. Con escasez de depredadores, los herbívoros crecen en número, agotan las plantas y se enferman o debilitan. Con escasez de herbívoros, los depredadores no tienen qué comer y disminuyen su población. Con escasez de plantas, herbívoros, y consecuentemente depredadores, disminuyen su población.
Cada lobo, ciervo y planta quiere vivir, alimentarse y reproducirse. Como ejemplo, si sólo tenemos en cuenta tres individuos de cada especie, en el desempeño de un liderazgo (decisiones) eficaz (que logra su objetivo), a corto plazo, como poco, uno no habrá resultado eficaz y a largo plazo ninguno de los tres.
Si tenemos en cuenta las tres especies y todos sus individuos, a lo largo del transcurso de las 4 estaciones, habrá algunos lobos que habrán tenido que marchar o morir de inanición, otros habrán criado y habrán depurado técnicas de caza. Muchos ciervos habrán perecido en boca de los lobos, la mayoría habrá criado, habiendo aprendido a huir. Todas las plantas habrán sido mordidas por los ciervos, y abonadas por todos los animales, en primavera brotarán de nuevo.
¿Es posible, pues, un liderazgo eficaz? Cada logro, reto o fallo supone oportunidad de aprendizaje, lo que nos brinda nuevas herramientas para mejorar potencialmente y superar cada fase de orden y desorden (cambio) hasta el final de la vida. La paradoja es entonces que sin creer en ello no se aprovecha al máximo esa oportunidad de aprendizaje, y aún creyendo, el resultado podrá no ser el esperado, pues está sujeto a otros factores.
El desafío consiste en sostener esta paradoja asumiendo el cambio como parte intrínseca de la vida, tratando de mejorar en el desempeño de nuestro liderazgo, dando lo mejor de un@ mism@ y fomentando lo mejor en l@s demás, siendo parte de los retos, logros y fallos de otras personas, relaciones y sistemas.
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Pablo Lapuente
Fundador/Instructor en LIFE Leadership School (www.lifeleadershipschool.com)
Formador y Coach especializado en Liderazgo, Organizaciones y Relaciones e Inteligencia Emocional
Guía de Montaña y de Piragüismo